Uno de los elementos que más me gusta del feminismo es la idea de sororidad.
Esta pequeña pieza la hicimos para celebrar la exposición Historias de Casa de Magali Lara en Los Talleres y hablar de esos aspectos de la vida diaria de las que tradicionalmente nos encargábamos las mujeres para hacerla más cálida y significativa. En este caso nos reunimos sus amigas y su hermana para darle cada una un pequeño regalo simbólico.
Yo le di un recuerdo de cuando estaba en primaria y la maestra salió del salón. Le dije a mi noviecito que echáramos relajo y como él no quiso porque la maestra nos había dejado estudiando, lo corté.
En la exposición nada se exhibió mi participación, que pueden ver aquí, pero es muy interesante ver el trabajo de las demás participantes. Se encuentra en el archivo de Pinto mi Raya.
Mónica Mayer, 2016
El feminismo me ha llevado a hacer cosas extremas, como aprender a tejer.
Motivada por la idea de recuperar las tradiciones femeninas a través del quehacer artístico, le pedí a mi tía que me enseñara gancho, que manera me parecía más cercano al dibujo que las agujas. Armada con el conocimiento básico, empecé a tejer cuadros que presenté en mi primera exposición individual en 1977, en el Taller Cultural San Jacinto. Las formas me intrigaban.
Después me metí a clases de taíz en la galería Kin. Quedé fascinada con la urdimbre y la idea de ir construyendo poco a poco. Armada con el conocimiento básico, convoqué a un grupo de amigas a reunirnos en la casa para compartir este nuevo conocimiento. Y tejí más cuadros.
Más o menos en esas épocas, Sebastián, que era nuestro maestro en San Carlos, nos invitó a exponer en Nueva Acuarela, una exposición que él organizó y que se inauguró en Bellas Artes y después viajó por la república. El texto del catálogo fue de Raquel Tibol y habla de la obra de 30 jóvenes con una “actitud revisionista y algo contestataria”.
Para mí esa fue una experiencia importante porque jamás había trabajado la acuarela, que se convirtió en una técnica que, junto con el gouache y la tinta, he seguido usando toda la vida.
En esa ocasión el gusto por el tapiz y todo lo que estaba aprendiendo en el feminismo en torno a las relaciones patriarcales entre hombres y mujeres me llevaron a plantear esta serie llamada Tapices que individualmente se llaman: Tapiz para un amigo, Tapiz para un seductor y Tapiz para un violador. Había otra pieza, llamada Tapiz para un amante. No sé qué pasó con ella. Esta pieza estuvo guardada por casi 40 años.
Mónica Mayer, 2016
Sin plantearlo explícitamente, esta exposición fue una de las más radicales de la época en términos feministas ya que reunía a una serie de mujeres artistas cuestionando las ideas convencionales de la normalidad. Ni siquiera había que mencionar la palabra mujeres, sexo o género.
Yo participé con una pieza interactiva que consistía en 10 tarjetas postales sobre tabúes sexuales. En cada una de ellas estaba mi rostro con 10 expresiones que iban desde el gusto hasta el horror y abajo un texto que imitaba la redacción de algunos tests de revista femenina en el que se le pedía al público responder a la pregunta de cada tarjeta trazando un círculo alrededor de la expresión correspondiente, sumar el resultado, restarle su fecha de nacimiento y, si el resultado era menor a 10 puntos (lo cual era imposible), la persona se podía considerar “normal”.
El resto de las tarjetas decían: Quiero hacer el amor: con mi amante, antes de casarme, con mi padre, con un animal, con un niño, y que me paguen, con un violador, con una mujer y conmigo misma.
En su momento lo que más me interesó de la obra fue que abordaba tabúes sexuales. Hoy me llama la atención que empezaba a mezclar elementos performáticos en las piezas bidimensionales: por un lado al integrar mis imágenes con distintas expresiones y por otro al requerir la participación del público.
Esta pieza me la compró el MUAC, lo cual me da mucho gusto pues es la primera (y única) que ha adquirido un museo y de las pocas que he vendido.
En 2015, la pieza fue parte del programa El MUAC en tu casa y se fue a casa de una alumna de la Prepa 4, del equipo Mistli Totecatotl, en donde convivió con la comunidad durante varias semanas.
Uno de los eventos del proyecto fue la interpretación de la pieza que hizo María Rodríguez Cruz de título Si Peña fuera mujer. Ella presentó una instalación que asemejaba un salón de belleza e invitó al público a enviar una postal a presidencia para enterarlo de la discriminación a la mujer a través de 10 tarjetas con 10 gestos de Enrique Peña Nieto a preguntas como: “Si Peña fuera mujer ¿qué cara haría al enterarse de que en México: Diariamente 6 mujeres son asesinadas, Muere 1 mujer cada 9 días por violencia doméstica y 80% de las mujeres sufren violencia de género. Cruel como es esta artista tan joven como admirable, en lugar que trazar un círculo, invitaba al público a besar la foto de Peña para marcar su respuesta. Cada tarjeta ya venía con la dirección de Presidencia y con timbre. Me pregunto qué cara pondrían cuando las recibieron.
Mónica Mayer, 2016
Realicé estas piezas durante mi estancia en Los Ángeles, cuando empecé a trabajar la fotocopia pues era de mejor calidad que la de México y me interesaban sus posibilidades en términos del trabajo en serie. Aún no conocía la transgrafía, por lo que de alguna manera se podrían considerar collages.
En esta serie, de la cual falta una en la que integraba el retrato de mi tía, mi abuela, mi bisabuela y mi tatarabuela del lado paterno, trazo diversas genealogías: la relación con la imagen de la mujer en la cultura católica, la relación con mi madre y mi relación con el feminismo.
La foto de arriba, que ya he mencionado en la entrada de la pieza Primero de diciembre, nos muestra a mi mamá y a mí en la primera manifestación a la que asistí en 1977 con la Coalición de Mujeres.
Mónica Mayer, 2016
La Dolorosa es una pieza de seis elementos, integrados por un dibujo y dos fotocopias del mismo que progresivamente se doblan y después rompen. Para hacerla, utilicé una fotografía que le tomé a una caja de limosnas con la imagen de la Virgen, en una iglesia en Oaxaca que me pareció particularmente significativa porque estaba encadenada. La pieza plantea que obligarnos a ser buenas y abnegadas, es una violación a nuestra libertad como seres humanos.
Presenté ambas series en el Woman’s Building y pasaron sin pena ni gloria, pero también las expuse en 1980 en México y me las censuraron.
Ya estando montada e inaugurada la exposición, me llamaron del Anglo para avisarme que habían desmontado La Dolorosa por quejas de los padres de familia. Sorprendida, pedí hablar con las quejosas para entender su punto de vista. La señora que se molestó aceptó hablar conmigo y cuando le expuse mis ideas, me dijo que no cuestionaba mis ideas, pero no debía usar “la imagen”. En ese momento entendí que, así como los doctores trabajan con sangre y no se impresionan, hay para quienes las imágenes tienen un poder mágico, aunque para los artistas sean simples elementos simbólicos con los que trabajamos.
Como en ese momento no buscaba provocar sino plantear una postura crítica, esta experiencia me llevó a tomarme una serie de fotografías usando un rebozo y cargando a mi pequeño hijo, lo cual inevitablemente aludía a la Virgen, pero sin usar una imagen antigua considerada sagrada. A partir de esas fotos hice la serie Diario de las violencias cotidianas, que pueden ver en el siguiente núcleo.
En la exposición Rayando: dibujos de Mónica Mayer. Un ensayo a tres voces en el Museo de Mujeres Artistas en internet hay más imágenes de estas series.
La invitación a la exposición, que se llevó a cabo en el entonces Instituto Anglo Mexicano de Cultura AC.
En aquella ocasión, Eli Barta, que trabajaba en el Unomasuno, sacó una nota hablando de la exposición y denunciando la censura.
Curiosamente, le mocharon el cacho que hablaba de la censura. Ni tarda ni perezosa, escribí una carta al periódico.
Durante mi estancia en el Women’s Building trabajé todo lo que pude con Suzanne Lacy porque me interesaba el tipo de arte político que estaban haciendo ella de manera independiente y el que hacía en colaboración con Leslie Labowitz como Ariadne: A Social Art Network (1978-80). Además de la temática de su obra, generalmente sobre la violencia hacia las mujeres, me atraía que planteaban un arte público para la calle y los medios masivos, que utilizaba el performance, que sus proyectos eran interdisciplinarios, sus estrategias de trabajo colectivo, participativo y en colaboración y, por si todo esto fuera poco, planteaban como arte una cosa rarísima que en aquel momento: el arte relacional y la práctica social.
Betsy Irons (izquierda) y Suzanne Lacy (derecha). Foto Mónica Mayer
Con Ariadne: A Social Art Network participé en Take Back the Night,en la construcción de un carro alegórico diseñado para un performance durante la famosa manifestación del mismo nombre que se llevó a cabo en San Francisco a la par del primer congreso nacional “Perspectives in Pornography”. Nos fuimos desde los Ángeles y allá lo construimos. En mi texto Autobiografía en 8 marchas encuentran algunas ideas e imágenes más sobre esa marcha.
Estando en el W.B. me metí a estudiar una maestría en Goddard College, cuyo campus esta en Vermont, pero tenía oficinas en Los Ángeles. Aunque cursé todas las materias, nunca obtuve la licenciatura en la ENAP, pero me aceptaron por los créditos cursados, por mi currículum y porque les interesaba el proyecto que se llamó: Feminist Art: An Effective Political Tool. Mi asesora fue Suzanne.
En 1979, Lacy realizó su proyecto Making it Safe, que fue una gran influencia en mi producción posterior y uno de los casos de estudio para mi tesis. Como parte de ese proyecto realicé una de las versiones de El Tendedero. Este proyecto fue fundamental para Traducciones: un diálogo internacional de mujeres artistas, que es del que les voy a platicar.
Traducciones fue el primer proyecto complejo, de múltiples elementos, que realicé. Consistió en invitar a tres compañeras del Feminist Studio Workshop a viajar a México para que diéramos una serie de conferencias y un taller sobre arte feminista, a la vez que reuníamos información sobre artistas mexicanas que compartiríamos de regreso a E.U. Una segunda parte del proyecto sería llevar una exposición de artistas mexicanas al Woman’s Building, pero nunca se concretó. El objetivo de esta acción era crear un puente entre ambas comunidades.
De los Ángeles vinieron a México Jo Goodwin, Denise Yarfitz y Florence Rosen. Y el equipo de trabajo en México estuvo integrado por Lilia L. de Mayer, Ana Victoria Jiménez, Yan Castro, Mónica Kubli, Ester Zavala, Marcela Olabarrieta, Yolanda Andrade, Ana cristina Zubillaga y Magali Lara.
Entre los eventos programados como parte de Traducciones, hubo una mesa redonda en el Museo Carrillo Gil en la que hablamos del trabajo de las artistas a lo largo de la historia y un taller en Cuernavaca, en la casa que amablemente nos prestó Nancy Cárdenas. También fuimos a Oaxaca. Después regresamos a Estados Unidos y dimos varias conferencias sobre las artistas mexicanas.
El artículo Feminist Disruptions in Mexian Art, 1975-1987 de Andrea Giunta describe la pieza a fondo.
Invitación al proyecto basado en una fotografía de Denise Yarfitz.
LA RECONSTRUCCIÓN
Uno de los aspectos que me han parecido más interesantes de hacer esta exposición es el reto de reconstruir una pieza como Traducciones: un diálogo internacional de mujeres artistas.
En 1980 presenté una instalación documental de la pieza en una exposición en el Woman’s Building. Consistió en un tablón con dos cuadernillos con el guion de la conferencia en inglés y en español. Sobre el muro, imágenes sacadas de estos mismos cuadernillos.
Esta instalación después se presentó en México y viajó a distintos países en la exposición Künstlerinnen Aus Mexiko. En Alemania me tocó dar la conferencia.
El tiempo ha pasado y la documentación de la pieza lo resintió. De las 15 hojas enmicadas hoy sólo quedan 14. De los cuadernillos, tengo la versión original en inglés, pero de la de español sólo hay una copia en sucio. Sorprendentemente, estaban casi todas las diapositivas de la conferencia, pero la tecnología ha cambiado tanto, que resultaba inviable utilizarlas. En las cajas del archivo en las que estuvimos hurgando para encontrar materiales, nos encontramos con la grabación de alguna de las conferencias en Los Ángeles que digitalizamos, pero pero no tenía sentido que se presentara en ese idioma, por lo que decidí hacer una reconstrucción de la conferencia usando las diapositivas escaneadas y releyendo el texto. Aquí la pueden ver. Para completar la presentación de la pieza incluimos algunos materiales de prensa y otros documentos.
Otra sorpresa del archivo fue encontrarme con una pieza que hizo Jo Goodwin a partir de los diálogos que tuvo con las artistas mexicanas. También se incluye una selección de ellas en la exposición, al igual que otras reinterpretaciones para acentuar la idea de que el arte se trata de una serie de procesos. Por lo mismo, aparecen los proyectos que fueron importantes para mí, como las piezas de Lacy de las que escribí al principio de este texto.
Polvo de Gallina Negra fue el primer grupo de arte feminista de México. Lo formamos en 1983 Maris Bustamante, Mónica Mayer y Herminia Dosal. Esta última se salió al poco tiempo porque le interesaba el feminismo, pero no el performance.
Los objetivos de Polvo de Gallina Negra fueron:
La decisión de ponerle al grupo Polvo de Gallina Negra, que es un remedio contra el mal de ojo, fue sencilla: considerábamos que en este mundo es difícil ser artista y más peliagudo ser mujer artista y tremendo tratar de ser artista feminista, por lo que pensamos que sería sabio protegernos desde el nombre.
La obra de Polvo de Gallina Negra casi siempre fue de carácter efímero y se presentó en espacios públicos, tanto en la calle como en los medios de comunicación.
Nuestro primer proyecto, en el cual también participó Herminia, fue la Receta del Grupo Polvo de Gallina Negra para hacerle el mal de ojo a los violadores y consistió en un performance en el Hemiciclo a Juárez durante una manifestación en contra de la violencia hacia las mujeres durante el cual mezclamos polvos y repartimos bolsitas del polvo mágico entre los participantes.
Esta receta después fue publicada tanto en una agenda feminista como en la revista FEM en 1984, en un número dedicado al arte.
El proyecto más ambicioso de Polvo de Gallina Negra fue ¡MADRES! que empezó con el embarazo de todas las integrantes del grupo, gracias al generoso apoyo de nuestros esposos quienes siendo artistas entendieron nuestras intenciones y se solidarizaron con nosotras. Como feministas naturalmente tuvimos hijas y nacieron con tan solo 3 meses de diferencia.
El proyecto, que se llevó en forma paralela a mi exposición Novela rosa o me agarró el arquetipo en el Museo Carrillo Gil en 1987, constó de diversos elementos: el proyecto de arte correo Egalité, liberté, maternité, el concurso “Carta a mi madre”, performances en la tele y ante público, como el Mítico encuentro entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental. Quizá el elemento más conocido de ¡MADRES! es Madre por un Día que hicimos en el programa Nuestro Mundo, conducido por Guillermo Ochoa. Aquí lo pueden ver.
Después de la pieza ¡MADRES! , el grupo participó esporádicamente en conferencias y algún performance. Por diferentes circunstancias personales, además de las crisis económicas y los cambios tecnológicos, Polvo de Gallina Negra, decidió dar por concluido su trabajo y dejar paso a las nuevas generaciones.
Aquí otros textos sobre Polvo de Gallina Negra
Del Boom al Bang: Las performanceras mexicanas por Mónica Mayer
Grupo Polvo de Gallina Negra 1983 – 1993 por Maris Bustamante
Los grupos de arte feminista en México por Gladys Villegas